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¿Cómo surgió el libro?

Actualizado: 22 ene

Hace 5000 años en Mesopotamia un pastor contaba sus animales; para no olvidar el número, lo anotaba sobre una tablilla de arcilla blanda. En China de igual manera los hombres sintieron el deseo de conservar y trasmitir sus pensamientos, para ello se servían de la naturaleza que le rodeaba con el uso de las cortezas de abedul y las cañas de bambú. Con estas referencias la historia del libro daba sus primeros pasos.


Hace muchos, muchísimos años, ya habían mujeres y hombres que leían, y hoy seguimos haciéndolo. Ahí estamos, perdidos en una página de una buena novela o un poema que nos consuela, intrigados por la propuesta de un nuevo ensayo o echándole un vistazo a ese libro ilustrado que reclama nuestra atención en la librería.


Desde el Papiro y los Códices, el libro evolucionó hacia el papel, y un buen día hacia 1450, el señor Gutenberg convirtió el libro en un placer accesible a la mayoría. Ahora los soportes multimedia ofrecen nuevas posibilidades de lectura y hay quien piensa con nostalgia en la textura del libro impreso, tal vez despidiéndose de él como de un amigo fiel que está a punto de irse para no volver.


Los primeros libros de la humanidad aparecieron en la ignota y semiárida región de Sumer, en el mítico y Cercano Oriente, en Mesopotamia (hoy el sur de Irak), hace aproximadamente 5.300 años. Los sumerios o cabezas negras creían en el origen sobre natural de los libros y atribuían a Nidaba, la diosa de los cereales, su invención. Para dar una idea de la importancia que para ello tuvo la escritura conviene recordar la leyenda de Enmekar, rey de la ciudad de Uruk hacia el 2750 a. C., un rey respetado y temido, que fue condenado a beber agua putrefacta en el infierno por no haber dejado escrita sus hazañas. Otro mito nos cuenta de un rey de Uruk que decidió inventar la escritura , porque su principal mensajero hizo un viaje demasiado largo y, al llegar a su destino estaba tan cansado que no pudo decir nada, desde entonces se consideró más adecuado dejar por escrito sus mensajes.



historia del libro

Papiro Egipcio


Hacia el año 2800 a.C. los reyes delegaron en los escribas el poder absoluto sobre la custodia de los libros, de ese modo los cambios políticos no modificaron la condición histórica dominante; los archivos se convierten en refugio y garantía de la continuidad ontológica del pueblo. Los acadios por ejemplo cuando conquistaron a los sumerios reformaron los códigos y costumbres, pero sometieron a los escribas y los obligaron a enseñarles como escribir, los asirios, lo amoritas y los persas hicieron lo mismo. De hecho los mismos signos de escritura sirvieron para la exposición de los más diversos sistemas de lenguas.


Es curioso que los Zigurat o templos escalonados de Sumer se construyeran con el mismo material con que se fabricaron los primeros libros, es decir con arcilla. Los templos eran depósitos y fomentaban la administración puntual de la ciudad, los libros eran una metáfora del Templo.


Al tiempo que en el valle de Nilo, el papiro se convertía en el material principal y decisivo en la apariencia del libro egipcio, otra cultura del más alto nivel se desarrollaba muy lejos de allí China, ya en el tercer milenio a. C. contaba con producciones literarias y del arte de la escritura, aunque no se podía hablar propiamente de libros. Los materiales empleados eran las conchas de tortugas, los huesos, las cañas de bambú hendidas y posteriormente las tablillas de madera en la que se escribía verticalmente sucediéndose las columnas de derecha a izquierda, como los libros chinos de hoy.


En los tiempos de Confucio se comenzó a emplear la seda sobre la que se escribía muy bien con pluma de bambú o pincel con pelo de camello, la seda poseía más cualidades que el papiro de los egipcios, por su flexibilidad y tesura, pero también el inconveniente de un precio mayor.


Probablemente los rollos de papiro se introdujeron en el siglo VII a. C.; ahí comenzó una creciente explotación del material desde Egipto aGrecia haciéndose cotidianos en el siglo V. Los griegos llamaban a la hoja de papiro en blanco charta, a la hoja escrita biblion, al rollo de papiro lo llamaron Kilindros, mientras que en los romanos se llamó volumen y tomus o tomos se aplicó originalmente a un rollo compuesto de una serie de documentos pegados unos con otros. Todo esto produjo un vigoroso florecimiento de la cultura y la vida espiritual griega en suelo egipcio.


Ptolomeo I tras la caída del imperio de Alejandro Magno, fundó un poderoso reino en el valle del Nilo y una nueva capital: Alejandría, en especial su hijo Ptolomeo II, llamó a los sabios griegos y les propuso una desahogada posición como miembros de una academia radicada en el nuevo templo de las musas, el museion, semejante a la escuela de Atenas fundada por Aristóteles. Él estaba dedicado a la enseñanza y a la investigación en la gran biblioteca formada allí en el siglo III a. C., era sumamente completa y comprendía traducciones de las literaturas egipcias, babilonias entre otras más antiguas, formando parte de la biblioteca de Alejandría, la más célebre y grandiosa del mundo antiguo.


La invención de los distintos sistemas de escritura trajo consigo el desarrollo de una incipiente industria de producción librera, cuyas primeras noticias alcanzan el tercer milenio antes de cristo. En el Egipto faraónico fue una actividad que floreció en torno a los templos, el material utilizado por los escribas procedía del tratamiento especial aplicado a las hojas de una planta que los griegos llamaron papiro. En china en el tercer milenio se escribió en tablas de madera y en las civilizaciones mesopotámicas se emplearon para la escritura tablas de barro cocido. Posteriormente sería el cuero o pergamino en la ciudad de Pérgamo y por último el invento chino del papel en el año 105 d. C., obtenido del tratamiento de telas desechables y materiales vegetales, este nuevo material abarató considerablemente la materia prima de la producción escrita; que luego se difundió por Europa en el siglo XII.


Lejos del mundo, en la paz de los monasterios los monjes medievales copiaban sin descanso los textos de la Biblia y las obras griegas y romanas de la antigüedad. Mientras Europa sufría las invasiones bárbaras, las abadías fueron a partir del siglo V d. C. el último refugio de una cultura amenazada. En el scriptorium, taller donde los manuscritos de copiaban en pergaminos, se decoraban con iluminaciones o miniaturas y se encuadernaban; se convertían así en objetos del más alto y preciado de valor artístico.


Hacia 1460, los primeros tipógrafos, formados por Gutenberg parten de Maguncia en busca de fortuna. Con la caja de tipos a la espalda, un saco lleno de punzones colgados al cuello y arrastrando la prensa en un carrito, llevaban consigo el secreto de la imprenta. El invento tiene un éxito fulgurante en Estrasburgo, Venecia, París. Para agradar a los lectores acostumbrados a los libros manuscritos, los caracteres creados por los tipógrafos imitan las letras escritas a mano. De ahí salen los incunables, libros impresos durante el siglo XV, salidos de la imprenta de Gutenberg desde1450 hasta el 1 de enero del 1501.


Poco a poco las formas de las letras se va alejando de este modelo, en los talleres de imprenta los cajistas eligen a gran velocidad los tipos de cajetines de madera y lo colocan en el componedor. Durante cinco siglos las páginas de los libros se componen manualmente. La caja era una bandeja de madera dividida en cajetines, cada cajetín contenía muchos tipos con la misma letra, con los ojos fijos en el texto que copia el cajista sacaba las letras de la caja con gesto rítmico y los colocaba en el componedor, objeto que consistía en una regleta de metal que permitía disponer los tipos en líneas, las líneas se agrupaban en una o varias galeradas que componían la forma. Los espacios entre las palabras y entre las líneas se obtenía deslizando entre los tipos unas piezas de plomo llamadas blancos, que no se imprimían. Algunos tipógrafos diseñaban nuevos tipos, así le daba personalidad propia a los libros que se diseñaban. En los pequeños talleres el maestro impresor era también el corrector, leía las primeras hojas impresas, la pruebas, mientras los cajistas componían las páginas, los aprendices recogían los tipos usados y ordenaban las cajas, se cuenta que una de sus alegrías era entregar las pilas de hoja impresa.



A finales del siglo XIX en la sala abovedada de una gran imprenta, unas máquinas nuevas vibran y se estremecen gracias a la energía de vapor. Los elementos de las prensas se ponen en movimiento, los cilindros prensores atrapan las hojas, la aprietan contra las formas impresoras y la liberan cubiertas de letras, bajo la mirada atenta de los impresores. Entre el calor de las calderas, la algarabía de hombres y máquinas estaba el olor mareante de las tintas, los libros se imprimen hoja por hoja a una velocidad asombrosa. Producido en grandes cantidades, el libro puede venderse mas barato y llegar así a todos los hogares.


Historia de libro
Libros antiguos

Hablar de la «Historia del libro» es mucho más que hablar de la escritura y de sus soportes o almacenes. Es reseñar el nacimiento de la civilización, la evolución de su conocimiento y de sus formas de incrementarlo, conservarlo y transmitirlo. Sin embargo prohibiciones, censuras, incendios, naufragios, saqueos han rodeado la historia del libro, tratando de barrer con esa fuerza inacabable que los caracterizan. Un libro no es destruido como objeto físico, sino como vínculo de la memoria. No debe ignorase que para los griegos, la memoria es la madre de las nueve musas, la madre de las artes. Este vínculo poderoso entre libro y memoria hace que un texto deba ser visto como pieza clave del patrimonio cultural de una sociedad y, por supuesto de la humanidad entera. Un libro se destruye con el ánimo de aniquilar la memoria que encierra, es decir el patrimonio de ideas de una cultura completa.


Es un error frecuente atribuir las destrucciones a hombres o mujeres ignorantes e inconscientes de su odio, sin embargo hay muchos ejemplos que demuestran que mientras más culto es un pueblo o un ser humano individual, más dispuesto está a eliminar libros bajo la presión de los mitos apocalípticos. René Descartes seguro de su método, pidió a sus lectores quemar los libros antiguos. El escocés David Hume no vaciló en exigir la supresión de todos los libros de metafísica. El movimiento futurista de 1910, en su manifiesto expresaba acabar con todas las bibliotecas. Los poetas nadaístas colombianos quemaron ejemplares de la novela María de Jorge Isaac hacia 1967, convencidos que era necesario destruir el pasado literario del país. Vladimir Nabokov, profesor en las Universidades de Stanford y Harvard, quemó el Quijote en el Memorial Hall, ante más de seiscientos alumnos. El escritor y geógrafo austriaco Heinrich Heine en 1821 expresó estas premonitorias palabras: Allí donde queman libros, acaban quemando hombres.


En los últimos años, el libro electrónico se ha convertido en un gran contendiente para la lectura moderna. Mientras que esta interación digital de los libros tradicionales puede parecer completamente contemporánea, el concepto en sí tiene casi un siglo de antigüedad. En 1930, el escritor estadounidense Bob Brown predijo la eventual aparición del libro electrónico después de ver su primera película con sonido. Describió “una simple máquina de lectura” portátil y adaptable—características que sin duda tienen las tabletas y los lectores electrónicos que aparecerían menos de 70 años después. Por lo tanto puede considerarse biblioteca electrónica cualquier “colección de materiales producidos y almacenados en soportes electrónicos”. La nomenclatura de biblioteca electrónica, biblioteca digital y biblioteca virtual están presentes indistintamente en la literatura profesional.


Si Dámaso Alonso calificó al siglo XX como un “siglo de siglas”, el siglo XXI es, indudablemente, un siglo de bytes que es preciso conservar para el uso de las generaciones futuras.

En todas sus variantes e historias ¿qué esconden los libros bajo sus cubiertas?. Tesoros de historias vividas o soñadas, textos e imágenes. Gracias a la palabra del autor, las imágenes surgen en la imaginación del lector y toman forma a través de los dibujos del ilustrador. Letras, palabras, grabados y dibujos se entremezclan, despiertan la curiosidad, provocan risa, escalofrío y precipitan al lector, como Alicia cuando persigue al conejo blanco a un país de la maravillas: el placer de leer y descubrir.


En palabras de Rubén Darío de su poema: “La iniciación melódica” nos dice:

El libro es fuerza, es valor, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor. El libro es llama, es ardor, es sublimidad, consuelo, fuente de vigor y celo, que en sí condensa y encierra lo que hay de grande en la tierra, lo que hay de hermoso en el cielo.


 

Amarilys Quintero Ruiz
Amarilys Quintero Ruiz

Artista Intermedial - Comunicadora Visual y Multimedia - Docente - Ilustradora. Docente en la Universidad Minuto de Dios en la Facultad de Comunicación Social y Periodismo-Bogotá. Profesional independiente en el área del diseño, la maquetación y la preparación de artes finales de folletos, revistas, libros, periódicos, catálogos impresos y digitales, con 30 años de experiencia.


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